Vivir la templanza


Lloraban unos tristes pasajeros viendo su pobre nave, combatida de recias olas y vientos fieros, ya casi sumergida, cuando súbitamente el viento calma, el cielo serena, y la afligida gente convierte en risa la pasada pena.

Más el piloto estuvo muy sereno tanto en la tempestad como en la bonanza.

Pues sabe que lo malo y lo bueno está sujeto a súbita mudanza.

F. Samaniego «Los navegantes»

mar

Acerca de El Taller de la Serenidad "Locus Serenitatis"

Aprendiz de todo y maestra de nada en constante evolución. Aprendo, practico y comparto. Conocerse a sí mismo es el mayor saber. Galileo Galilei
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