En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor

El profeta Zacarías nos revela a Dios como un rey humilde que vive sencillamente, un rey que no es soberbio ni defiende la guerra, sino la paz, que no defiende el poder, y el tener, sino el servicio y el ser.
San Mateo nos habla de los sentimientos de Jesús, su corazón se conmueve con las personas marginadas, los indefensos, los enfermos, los que creen en su palabra y los que no creen en Él.
Esos son los sentimientos que todos deberíamos tener y de forma especial los que nos decimos sus seguidores. Dejémonos sorprender por Él y por su humildad, valor opuesto a la soberbia que impera en el mundo.
Buena semana a todos y ¡cuidémonos, así cuidamos de los demás!
Mdrc