FRASE: DESDE EL ENCUENTRO HASTA LA MISIÓN
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo»
Palabra del Señor

Estamos llegando al final de la Pascua y parece, sino hay retroceso, que también a las medidas impuestas por el Covid-19. Hemos vivido una Pascua
diferente, rara, encerrados en casa por temor, si caemos en la cuenta igual que vivieron los apóstoles, encerrados por miedo, no al virus, sino a ser perseguidos tras la muerte de Jesús.
La primera lectura y el final del Evangelio de hoy nos sitúan, en una escena muy parecida.
Los discípulos viven sus últimos momentos junto a Jesús, ya resucitado.
San Mateo nos dice que han regresado a Galilea, porque allí los envió Jesús después de resucitar. Vuelven a verse en el lugar donde por primera vez se vieron y escucharon la voz de Jesús. Él quiere hacerse presente en la vida de ellos y que vivan la transformación de sentir que, aunque no lo vean está con todos ellos.
Si lo pensamos, algo así nos sucederá a nosotros a partir de ahora, nuestra vida no puede ser igual, porque algo nos ha pasado que nos ha hecho o debe hacer cambiar nuestros esquemas insolidarios y egoístas.
EN esta Pascua tan extraña que aún vivimos, estamos llamados a descubrir a Jesús Resucitado en los acontecimientos diarios de nuestra vida, en los más sencillos e impensables, en aquellos que trabajan por nuestro bienestar y que durante mucho tiempo hemos mantenido al margen, en aquellas personas que quizás no tienen la suerte que otros tenemos a pesar de la crisis. La crisis dañará a los más débiles.
Jesús nos promete que recibiremos la fuerza del Espíritu Santo, que en todo momento nos acompañará, pase lo que pase. Así, que al igual que los discípulos salgamos con esperanza y alegría a compartir los dones que pone en cada uno de nosotros, porque en esta Pascua hemos debido reencontrarnos con Él, quizás más que en otras, porque al estar recluidos hemos escuchado más nuestro interior, hemos dejado que resuene en nosotros con más fuerza su voz y su invitación a ser testigos de su presencia entre nosotros.
Celebremos el encuentro, animémonos a compartir la experiencia y estar pendientes de los signos que cada día pone en nuestra vida para estar ahí donde se nos necesita.
Feliz semana y ¡Cuidémonos para poder cuidar a los demás!
Mdrc