TÚ ERES NUESTRO AMIGO
Parroquia La Resurrección del Señor (monumento 2019)
Comenzamos hoy el Triduo Pascual, marcado este año 2020 por seguir confinados en casa, no podemos compartir en comunidad nuestra fe, un pequeño microbio ha trastocado la vida de todos.
Para nosotros, el Jueves Santo es, sobre todo, la institución de la Eucaristía.
Las dos lecturas, salmo y Evangelio, nos hablan desde distintas perspectivas de la misma realidad; la celebración de la Pascua.
El Evangelista San Juan, utiliza, la última cena, para bajarnos, para servir en lugar de ser servidos. Con el lavatorio de los pies, nos recuerda que la materialización del Amor es Cristo Jesús. Un legado que todos los cristianos deberíamos mantener en la Iglesia y sobre todo, en nuestra comunidades parroquiales.
En este día tan especial, vemos ese amor fraterno en las personas, sean cristianas o no, que en estos momentos tan duro, luchan por salvar vidas, mantener el orden para que sigamos en casa, entretener, animar para que esté tiempo “retiro” sea más llevadero a niños y adultos.
Hay muchas personas desanimadas, incluidas personas que son creyentes y practicantes, que se preguntan ¿dónde está Dios? ¿Por qué no hace algo?, hoy me comentaba una vecina que el Señor nos ha abandonado, ella reza y no la escucha.
Aunque no lo creamos, aunque dudemos Dios sigue estando a nuestro lado, nos acompaña en este “retiro”, acompaña a los que sufren la enfermedad y se curan, acompaña a los personas que hasta su último aliento están en la cama, a los familiares en el dolor de la pérdida, al personal sanitario y a todos los que de alguna forma están exponiendo su vida por los demás. Está junto a los que rezamos y a los que no rezan, Él está ahí. Sufre con nosotros y se alegra con nosotros. Recordemos a Job, a pesar, de las duras pruebas que pasó jamás dudó del amor de Dios, al revés reafirmó su fe y su fidelidad.
En estos días vemos la fraternidad y solidaridad, signos del amor generoso que Dios pone en nosotros, porque Él es generosidad, misericordia y sobre todo amor.
Digamos: “Señor, acrecienta y aumenta nuestra fe”.
Locus serenitatis 