VIVIR LA FE CON SENCILLEZ Y GRATUIDAD
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de si mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar.
Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido»
Palabra del Señor
Nuestra propia neurosis de insatisfacción personal nos hace vivir en el pensamiento condenatorio de todos aquellos que no son, ni piensan, ni luchan como nosotros
El mérito no viene por la perfección del esfuerzo fariseo sino por la recepción del amor gratuito y compasivo que nos reconcilia con nosotros mismos publicanos.
El evangelio nos interpela para preguntarnos con paz si estamos reconciliados con nosotros mismos y con nuestras debilidades, así como si sabemos vivir en compasión corresponsable ante la realidad que nos rodea.
Buena semana a todos