En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa». Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. Palabra del Señor
Cada uno de nosotros llevamos el rostro escondido tras una máscara, más bien bajo muchas máscara que utilizamos según nos convenga. Nuestro ser total, cuerpo, espíritu, mente y corazón, quedan oculto bajo nuestros miedos, tabús, injusticias, bajezas, mezquindades y crueldades que son propia de toda sociedad. Manejamos las máscaras para defendernos, aparentar, falsear, así no nos manifestamos como somos realmente y esto dificultad nuestra auténtico ser. Cuando destruimos las máscaras, iniciamos una búsqueda interior para conocernos y nos resulta difícil.
Debemos aprender a ir por la vida sin máscaras, sin protección, somos como somos, el Evangelio de hoy lo deja claro, todos echaban lo que les sobraba, pero aquella viuda se muestra como es, una mujer sola, viuda y que posee poco y lo poco que posee lo comparte, porque ella va por la vida mostrandose como és, abiertamente, sin aparentar, va la fortaleza y dignidad.
Buena semana a todos