En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
–Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
–¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
–Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
Palabra del Señor
Este es el tercer domingo que San Juan nos habla del Pan de Vida.
¿Qué nos quiere decir San Juan repitiendo que Cristo es el Pan de Vida? Nos esta recordando la unión que hay entra la vida espiritual y la vida ordinaria de cualquier persona, pero especialmente de los que nos decimos seguidores de Jesús de Nazaret.
Participar en la misa y recibir la Sagrada Comunión es conmemorar la Cena de Jesús con sus apóstoles y la forma más genuina de unirnos a Él.
El recibir la comunión nos compromete a vivir de una forma distinta, vivir al estilo de Jesús. ¿Seremos capaces de vivir como Él vivió?
El Evangelio es muy claro en ese sentido, se tiene que notar nuestra humanidad, nuestro amor, nuestra cercanía y acogida, no sólo en nuestra vida familiar y de amistad, sino también en nuestro comportamiento con aquellas personas que no comparten nuestra fe o que viven lejos de lo que llamamos la sociedad del bienestar o vienen a ella buscando una forma más digna.
Eso es comer su Pan y beber su vino, lo demás es un sucedáneo y no vivir como verdaderos cristianos.
Buena semana a todos.