En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Dios les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.»
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.» Palabra del Señor
El Evangelio de hoy nos trae un mensaje para toda la humanidad, no sólo debemos saciar el hambre físico, sino tambien el hambre espiritual.
Jesús, tiene una conversación con las personas que han ido a buscarlo al lago de Galilea después de haber comido. Todos están satisfechos porque han saciado su hambre física.
Jesús les da un mensaje que les causa desazón: «Esforzáos por el alimento permanente que nos acerca a la vida eterna y no por el alimento del cuerpo que es pasajero».
Quizás pensemos ¿Cómo no vamos a preocuparnos por la comida de cada día? Jesús es consciente de que debemos comer, no podemos vivir sin alimentos mucho tiempo, de ahí la preocupación de Jesús de que muchos tengan de sobra y encima tiren comida y otros no tengan ni un trozo de pan que llevarse a la boca. No quiere que nadie sufra la escasez, pero nos pide que tambien nos preocupemos por saciar el hambre espiritual.
Saciar el hambre espiritual es seguir a Jesús, creer en Él y no sacarlo de nuestra vida. Jesús es el Pan bajado del Cielo que nos alimenta y nos ayuda a vivir una vida basada en el amor donde no haya injusticias, ni falta de libertad y dónde la verdad prevalezca sobre la mentira.
Buena semana a todos