En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre». PALABRA DEL SEÑOR
Al leer el Evangelio de hoy lo primero que se me viene a la cabeza es: ¿quién quiere ser rebaño? ¿Quién necesita un guía?. Somos autosuficientes para tomar nuestras propias decisiones.
Por otra parte, pienso en personas o grupos que buscan desesperadamente alguien que les marque el camino a seguir.
Esto me lleva a pensar lo peligroso que es buscar sin saber por dónde, ya que falsos pastores hay muchísimos preparados como lobos para abalanzarse sobre la presa.
En el A.T. a igual que el N.T. están las pistas para saber cómo es el verdadero pastor y a partir de ahí discernir. Los primero cristianos conocen estas pistas y por eso, consideran a Cristo Buen Pastor, porque cuida y conoce, busca al perdido y está pendiente del enfermo. Pero no sólo lo hace con sus amigos o seguidores, sino también con aquellos que no lo son o están muy alejados.
Buena semana