En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra del Señor
Esta semana el evangelista nos trae la pregunta que le hicieron a Jesús y que también nosotros deberíamos hacernos más de una vez: ¿Cuál es para nosotros el mandamiento más importante?
La respuesta de Jesús es clara: «Amarás a Dios y al prójimo». EL amor lo es todo, es lo más importante en nuestra vida. Todos deberíamos vivir con la actitud de amar.
Amar a los demás nos exige tratarlos como queremos que nos traten a nosotros. Cuando hablamos de amor no hablamos de caridad, ésta es una consecuencia del amor, sino que cuando hablamos de amar tenemos que hacerlo aceptando al otro con sus virtudes y defectos, amar como amó Cristo, dando la vida por sus semejantes.
Para Jesús Dios es amor, por lo tanto debemos amar a los demás sin medida, con un amor desprendido y acogedor.
Vivimos un mundo convulso donde prevalece el «ego», la ganas de avasallar, el ansia de demostrar como si de un pulso se tratara quien puede más, la falta de respeto hacia la vida y todo eso no es más que la demostración de que vivimos sin amar. Hemos perdido el verdadero sentido de amar y nos quedamos con el sucedáneo del amor.
Recuperemos el verdadero sentido de amar y si nos consideramos cristianos el amor debe ser nuestro estilo de vida, nuestra seña de identidad.
Tengamos buena semana