En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Palabra del Señor
Deberíamos aplicarnos el Evangelio de hoy en más de una ocasión. Nos encanta llamar la atención a los demás delante de todos, como si nosotros nunca nos equivocásemos.
Nos recuerda cuál debe ser nuestra actitud para con los demás a la hora de corregirlos, debemos hacerlo a solas y si la persona no cambia de actitud buscar a otra persona o personas cercanas, pero nunca en medio de todos y como solemos hacer gritando para que se enteren que lo estamos corrigiendo.
Hacemos las cosas sin pensar el daño que causamos, con lo fácil que sería poner amor en todo lo que hacemos y sobre todo ponernos en el lugar del otro, porque si caemos en la cuenta a nosotros no nos gustaría que nos tratasen así.
Como siempre el Evangelio nos recuerda cómo debe ser nuestro comportamiento con el prójimo: “ama a tu prójimo como a tí mismo”. Así que corrijamos con amor.