En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuándo ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. Palabra del Señor
Hoy, el evangelio nos habla del buen pastor. No es fácil entender esta metáfora porque con el tiempo nos hemos ido alejando del contacto con la naturaleza.
San Juan no nos está diciendo literalmente palabras de Jesús, sino que nos está comunicando lo que los primeros cristianos opinaban de Cristo. El Evangelio de Juan es totalmente cristológico porque lo que él quiere es comunicar y realzar el mensaje de Jesús para los creyentes de todos los tiempos.
Con este símil del Buen Pastor nos está diciendo que un gobernante, el padre o un responsable de una comunidad debe saber llevarla y no mirar en su propio beneficio. No explotar, ni maltratar, para conseguir mejorar sus ganancias aunque los demás estén pasando necesidad; cosa que hoy vemos sucede casi en todos los ámbitos de la vida: político, religioso o empresarial.
Conocer a sus ovejas ofrece una actitud positiva porque quien conoce, ama y quien ama, deja libertad de movimiento para vivir una vida en plenitud.
Vivir una vida en plenitud para una comunidad cristiana es amar y seguir a Cristo. En Él encontramos la puerta que nos lleva a la libertad, a vivir compartiendo con los demás lo que somos y tenemos. Dicho de otra forma, una comunidad cristiana es aquella que acoge, vive y comparte la fe y la vida con sus semejantes más desfavorecidos.
¡Tengan buena semana!