En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos,
¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». Palabra del Señor
El evangelio nos vuelve a zarandear con el tema del amor.
Para los judíos del A. testamento lo importante es cumplir la ley de Dios. Ellos se guían por la ley del Talión sacada del código de Hammurabi, pero Jesús con su forma de vivir enseña a una sociedad saciada y llena de injusticias, que el amor no es sólo sentimientos sino acción. No basta decir te quiero sino que hay que demostrarlo. En Él tenemos la mejor referencia: Amó hasta el final y aún hoy sigue amándonos a pesar de nuestras torpezas.
Como buen Maestro y sintiendo que es Hijo de Dios, utiliza frases cortas que no se olvidan fácilmente: «Amarás a tu prójimo», «Amad a vuestros enemigos» «Rezad por aquellos que os persiguen».
Nosotros, utilizamos fácilmente la palabra amar, pero amar no es fácil, por lo menos el amor sin límites al que nos invita Jesús. Amar a quien te hace daño no es tan sencillo, porque normalmente lo que sentimos es odio, resentimiento, el deseo de pagarle con la misma moneda, pero Él nos dice que si somos sus seguidores, si nos consideramos Hijo de Dios, debemos tratar a nuestros enemigos como tratamos a nuestros amigos: con amor, con delicadeza, con empatía.
Tenemos que rezar por ellos, desearles buenas cosas y nunca devolver el mal que en algún momento nos hicieron. Pero claro, esto implica estar dispuestos a perdonar la ofensa que hemos recibido y ya entramos en el conflicto personal, porque digamos lo que digamos, perdonamos pero no olvidamos. Cuando perdonamos también nosotros nos sentimos mejor, aliviamos nuestra carga y ganamos en salud.
Jesús nos invita hoy a buscar la perfección en nuestra vida y a nosotros nos toca en libertad si queremos buscar la perfección o si preferimos vivir a nuestro aire.
Buena semana y traten de perdonar y amar.
muy bueno gracias por compartir tan bellos mensajes- dios los bendiga en gran manera
Me gustaMe gusta
Gracias. Un cordial saludo
Me gustaMe gusta