En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso». Palabra del Señor
Con la fiesta de Cristo Rey terminamos el año Litúrgico los cristianos católicos y comenzamos el ciclo A que empezará con el primer domingo de Adviento.
Jesús, en el evangelio de hoy vive momentos realmente dolorosos e insufribles. Él no se defiende. Jesús sólo se pone en las manos de su Padre, confía plenamente en Él y sabe que Dios no puede querer nada malo.
Dios también sufre viendo el padecimiento de su hijo y como éste le es aplicado por personas que deberían defender la paz y la justicia social.
A nosotros hoy, se nos sigue haciendo difícil aceptar que si es el Hijo de Dios, no pudiese el Padre salvar a su hijo, no evitase tanto dolor y tanta humillación. También lo pensamos ante tantas injusticias, tantas violaciones y tanto sufrimiento humano como vemos hoy a través de las noticias y también en nuestro entorno.
Pero hay algo que deberíamos tener presente todos los seguidores de Jesús: La fe. La fe que Él siente hacia Dios, la fe de aquel ladrón que está colgado al lado de Jesús y que descubre que es el Hijo de Dios y que de ÉL vendrá la salvación.
Los tres morirán en cruz por distintos motivos, pero el motivo de Jesús es el amor a la humanidad y de forma especial a los más excluídos.
A todos los cristianos parece que se nos olvida que el símbolo de la cruz es símbolo del dolor, dolor por tantos hermanos nuestros que padecen y que a nosotros no parece afectarnos.
Para que la cruz sea alegría y triunfo debemos edificar el reino de Dios en la tierra sembrando la paz y el amor .