Vamos a realizar un ejercicio de atención plena.
Como siempre nos sentamos, apoyamos los pies en el suelo, la espalda recta pero sin forzarla, las manos sobre nuestros muslos pero con las palmas hacia abajo.
Empezamos conectando con nuestra respiración, notamos como entra, retenemos y soltamos el aire. Siempre por la nariz. Unos segundos en silencio
Piensa o visualiza que ahora estás aquí.
Notas todo tú cuerpo relajado, muy, muy relajado… sientes la pesadez o la ingravidez de tus piernas, de tu cuerpo, déjate abrazar por esta paz que te acoge.
Dejas que tu respiración fluya normalmente, no la controles, toma conciencia de como está en estos momentos tu cuerpo comparándolo con el inicio de esta meditación.
Estas aquí, ahora, tus pensamientos fluyen pero no te detienes en ninguno. Observa tu cuerpo, las sensaciones, las tensiones si hubiese alguna, el dolor si se manifiesta en algún lado concreto de tu cuerpo. Toma conciencia de ellas, respira con cada sensación, tensión o dolor, déjalas que se abran, que se vayan expandiendo. No juzgues nada de lo que sientas, sólo mantente como un observador impenitente.
En tu mente los pensamientos fluyen como el agua en el mar, pero no los detengas, ni te entretengas con ninguno, déjalos ir a su ritmo, van y vienen … van y vienen.
Recuerda siempre que estas en presente, aquí y ahora. Silencio
Prestad atención a como os sentí en estos momentos, adormiladas?, con calor?, con frío? o simplemente relajadas o en armonía… notáis como fluye la energía por vuestro cuerpo? o notáis tristeza o alegría? No os preocupéis, sólo disfrutad de estos momentos. Las cosas son como son. Estás aquí y ahora en presente. Silencio
Respiramos varias veces, movemos pies y manos, la cabeza y poco a poco abrimos los ojos y volvemos al grupo.
Comentamos la experiencia.

meditando