Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros». Palabra del Señor
En estos tiempos que parece vivimos de espalda al amor, Jesús, con sus palabras en el Evangelio de hoy nos trae un rayo de esperanza: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» ¡qué difícil de digerir estas palabras!
¡Amar como amo Él!, el listón está demasiado alto, pero no hacemos nada por llegar por lo menos a las tres cuartas partes de ese listón.
La realidad que nos rodea no tiene nada que ver con amarnos unos a otros. Si realmente nos amasemos no habría hambre, muerte, destrucción, fronteras, cadenas, deseo de poseer más aunque haya personas pidiendo por las calles o incluso sentadas en nuestra propia puerta mendigando un trozo de ese pan que tiramos; tampoco utilizaríamos su nombre para matar, denigrar, insultar o como símbolo de poder en aquellos hermanos que piensan o creen de forma diferente.
Si realmente nos sentimos amados por Dios debemos compartir ese amor gratuito que nos llega cada a día manifestado en su Hijo Jesús. Un amor de acogida, de cercanía, de respeto, de ternura y de misericordia.
Amar al otro es ponernos a su lado y caminar juntos, eso es amor, lo demás es sucedáneo, nada que ver con el auténtico amor. Pensemos que podríamos hacer cada uno de nosotros esta semana para que vuelva la cordura y el amor a todos los que formamos la Iglesia y la sociedad.
¡¡Feliz semana!!