Un hombre que se había dejado vencer por los avatares de la vida decidió ir al bosque a buscar a un anciano sabio.
Cuando lo encontró, le preguntó:
-Que puedo hacer para seguir adelante, estoy vencido, deshecho…
El anciano, le dijo:
-Mira a tu alrededor, ¿ves el helecho y el bambú?
-Si, respondió el hombre
-Cuando sembré las semillas del helecho y del bambú, las cuidé con esmero y cariño. El helecho creció rápidamente, su verde era brillante, precioso y cubría el suelo. En cambio el bambú no brotó. Pero yo no renuncié al bambú.
El segundo año el helecho creció rápido y brillante, pero el bambú de nuevo siguió sin salir.
El tercer año, tampoco brotó el bambú, pero yo seguí sin renunciar a él.
En el cuarto año, paso lo mismo, pero yo no renuncié a él.
En el quinto año un pequeño brote de bambú apareció por la tierra, era pequeño y endeble.
En el sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Durante cinco años hecho raíces que lo hicieron fuerte y le dio todo lo que necesitaba para sobrevivir.
Igual que tú, porque todo el tiempo que has estado luchando, has echado raíces, ¿lo sabías? le dijo el anciano sabio.
-El propósito del bambú es diferente al del helecho, sin embargo ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.
-Nunca te arrepientas de un día de tu vida, porque los buenos te dan felicidad, , los malos te dan experiencia, ambos son esenciales para la vida.
-La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante.
-Si no consigues lo que anhelas, desesperes quizás sólo estás echando raíces.