En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» Palabra del Señor
El evangelio, hoy, nos invita a celebrar el Misterio de la Trinidad.
A pesar de que en nuestra doctrina se contempla este misterio nos cuesta trabajo pensar en tres dioses porque, recordemos, Jesús era judío y, como tal, monoteísta.
El misterio trinitario es muy posterior. Se consolida en los Concilios de Nicea y Constantinopla y es el resultado de la inculturación de la comunidad helena al convertirse al cristianismo.
En la Biblia encontramos alusiones al Padre, al Hijo y al Espíritu, pero no es hasta después de estos Concilios cuando la Iglesia decide su celebración.
En el credo los católicos, y también otras iglesias cristianas, tenemos los fundamentos de nuestra fe y aunque nos parece lejano, porque preferimos lo cercano, lo tangible en una era como la que vivimos donde las cosas cambian de un momento a otro, veamos lo esencial de este misterio que es sólo un Dios. Un Dios cercano, acogedor, que nos anima a ser cada día mejor persona.
¡¡¡Buena semana, sean felices!!!
.