En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Palabra del Señor
Comenzamos hoy nuestro recorrido personal y comunitario por el tiempo de Cuaresma.
El Espíritu Santo nos invita a través del evangelista a visitar el desierto, lugar de silencio, de encuentro personal; lugar donde podremos escuchar la voz de Dios con más nitidez que en la cotidianeidad. Pero el desierto no es fácil para nadie, como no lo fue para Jesús. El desierto no desaparece de nuestra vida, porque es lugar de contradicción, de desequilibrio, de lucha constante, de inseguridad. Sin embargo, deberíamos visitar de vez en cuando el desierto de forma consciente para volver a Dios y abrir caminos nuevos que nos acerquen a Él.
El evangelista nos dice que Jesús vivía acompañado de alimañas y de ángeles que le sirven. Las alimañas son los peligros que cada día nos acechan como le pasó a Jesús y los ángeles el bien que podemos encontrar porque Dios pone en nuestro camino lo mejor de la creación. También podemos interpretarlo como un acercamiento a la ecología. Las alimañas son el ser humano que no respeta la naturaleza, creación que Dios pone a nuestro alcance; y los ángeles, el ser humano que trabaja y coopera con el Creador para que la naturaleza sea un lugar acogedor para todos.
Como cristianos vivimos momentos muy complicados, nada más hay que escuchar las noticias. Pero quizás es que estamos tan inmersos en el ruido que no somos capaces de escuchar a Dios, por eso el Espíritu nos empuja al desierto, para que escuchemos la voz de Dios que cada día habla a nuestro corazón, pero somos tan orgullosos. Estamos tan pendientes de obtener más y más que no somos capaces de parar, escuchar, interiorizar y salir fortalecidos del desierto que cada día atravesamos sin percatarnos de ello.
En estos días prestaremos más atención, iremos encontrando la gracia, el perdón y la cercanía con nuestro creador, como lo hizo Jesús, el Hijo de Dios.
Pongamos en esta Cuaresma una intención especial por toda la humanidad. Para que nos respetemos en las distintas confesiones religiosas o ideales políticos y no haya más muertes a manos del fanatismo más radical.
¡¡¡Buena semana y «Pasemos de la indiferencia a la ternura»!!!