Este ejercicio lo podemos hacer en cualquier momento en que sintamos miedo.
Nos sentamos como siempre con la espalda recta, sin forzar, los pies bien apoyados en el suelo y las manos sobre nuestros muslos. Quién lo desee lo puede hacer acostada en el suelo en posición Savasana.
Tomamos aire por la nariz, lenta y profundamente, sentimos como se va llenando nuestro abdomen, luego lo exhalamos con rapidez, lo hacemos varías veces.
Ahora volvemos a nuestro ritmo de respiración.
Vamos poco a poco relajando todo nuestro cuerpo y observándolo hasta encontrar donde se encuentra el miedo que sentimos.
Si no lo encontramos, pensemos cuando sentimos miedo y donde lo notamos, volvemos a prestar atención a nuestro cuerpo desde la cabeza a los pies.
Cuando encontremos el miedo, lo observamos, no lo analizamos, simplemente tomamos conciencia de que lo tenemos y lo dejamos. El miedo es sólo eso miedo.
Quizás, cuando el miedo aparece nos encontramos como paralizados,sentimos molestia en la boca del estómago, un nudo en la garganta, quizás tengamos ganas de correr, de escondernos, pero no haremos nada de eso, sólo los miraremos, los observaremos, lo sentiremos, también podemos percibir el color de esa energía que nos atenaza.
Dejamos que el miedo siga ahí, tomamos conciencia de él y dejamos que vaya creciendo, aumentando, que salga hacia el exterior. Puede que se manifieste en palabras, pensamientos, emociones, sentimientos, incluso llanto
Ahora nos acercamos a la manifestación de ese miedo, lo abrazamos y lo iluminamos con la luz de nuestro amor, dejamos que exista, gracias a él hemos aprendido a conocernos un poco más, que es lo que nos producía ese miedo.
Unos segundos de silencio…
Ahora al exhalar dejamos que el miedo se vaya, se aleje de nosotros, no lo retengamos.
Volvemos a una respiración profunda, al inhalar llenamos el lugar donde estaba el miedo de amor y de luz, al exhalar afianzamos el amor y la luz en nuestro interior.
En cada inhalación nuestro cuerpo se llena de amor y de luz, lo hacemos desde la cabeza a los pies.
Silencio…
Ahora volvemos a nuestra respiración normal, movemos lentamente la cabeza, la manos, los pies, abrimos los ojos y volvemos al grupo. Comentamos la experiencia.
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