Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos.
Salomón le preguntó: -«¿Por qué estás en ese estado?»
Y el hombre respondió: -«Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera. Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma.»
Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre. Al día siguiente el profeta preguntó a Azrael:
-«¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a este hombre que es un fiel? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria.» Azrael respondió:
-«Ha interpretado mal esa mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro. Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a la India a tomar su vida y me dije: «¿Cómo sería posible encontrarlo en la India, a menos que tuviese alas?»