Homenaje al amor

Comparto esta historia que acabo de leer, porque realmente creo es un homenaje al amor.

No es una simple historia de amor. Es un suceso real que va más allá del simple romanticismo. Es un homenaje al recuerdo y al cariño simbolizado por la eternidad de un bosque de robles. El que plantó un hombre por su esposa fallecida.

La historia de amor entre Winston Howes y su esposa Jane, fue tal vez como la de cualquier otra pareja. Un encuentro casual, una atracción y ese cariño cómplice que va poco a poco acercándonos hasta el enamoramiento, hasta descubrir de pronto que es ésa la persona con la cual queremos envejecer. Su vida fue feliz y plena durante un tiempo. Disfrutaron de ese día a día en su pequeña casa de South Gloucestershire , en Inglaterra, donde él se ganaba la vida como agricultor. Un hombre que amaba la tierra, a su mujer, y a hacer crecer las cosas con sus manos.

Cuando la tragedia llegó a la vida del señor Howes

Jane y Winston tenían una vida feliz y esperaban, como ellos mismos habían deseado desde el primer momento en que se conocieron, poder envejecer juntos. Pero no pudo ser. La fatalidad llega en ocasiones del modo más cruel e inesperado, del modo más frío. Jane tenía solo 33 años cuando falleció de pronto. Una muerte repentina que llenó de incomprensión y desolación la humilde existencia de Winston.

Era demasiado joven. Se la habían quitado de su lado demasiado temprano, obligándole a llevar una vida sin esa compañera preciada que tanta luz aportaba a su vida. ¿Qué podía hacer? Winston era de esos hombres que son incapaces de quedarse con los brazos cruzados. Debía hacer algo por Jane, algo que simbolizara para siempre ese amor que le profesaba y que jamás se apagaría.

¿Qué podría hacer? Él no era arquitecto, no podía hacerle un monumento, tampoco podía esculpirle una escultura o pintar un cuadro con su sonrisa sincera, su sonrisa perfecta. Winston era un simple agricultor que solo sabía trabajar con sus manos, haciendo crecer las cosas en la tierra, cuidando los campos y esos frutos que cada día ponía en su mesa. Pensó y pensó, hasta que un día, tuvo una idea. Sería un trabajo que duraría muchos años, pero al fin y al cabo era lo que más le sobraba: tiempo.

Un trabajo de 17 años que tuvo su feliz resultado

Winston cogió 6000 semillas de roble. Las suficientes para que su proyecto, obtuviera resultado. Disponía de seis hectáreas y fue allí donde las plantó una a una; pero dejando ante todo una forma en el centro, una forma que quedaría vacía cuando los robles crecieran: un corazón.

Y así fue. Año tras año sus árboles iban creciendo. Una espera paciente que tuvo su grandioso resultado entre los 15 y los 17 años. Para ver su obra maestra y el tributo hecho a la memoria de su esposa, debía verlo desde lo alto. En un helicóptero. Y así fue, cuando pudo admirar desde el aire el resultado de su esfuerzo quedó tranquilo. Ése, era el bosque de Jane. La mujer que un día le robó el corazón y que ahora yacía enmarcado por un precioso bosque de robles.

Revista mejor con salud – Valeria Sabater