Un distinguido Maestro de Zen, interrogado sobre la esencia del Zen, no quiso dar respuesta. Obligado a hablar, dijo que no sabía lo que es el Zen y que es algo “inefable”… Pero al fin añadió: «una descripción de lo que es el Zen se diferencia del Zen real, como la descripción de lo que ocurre al meter los dedos en agua hirviendo y el hecho mismo de meterlos efectivamente en agua hirviendo». ¿Qué significa esta historia? Que no hay Zen, si no hay experiencia personal e inmediata. Y, sin embargo, sigue en pie la misión y tarea de difundir su doctrina.
La forma plausible o deseable de exponer esa doctrina depende siempre del nivel de conciencia de los que la reciben o a los que se destina.
(K. Dürckheim. El zen y nosotros)