«Un lobo y un cordero, empujados por la sed, llegaron al mismo riachuelo. El lobo se detuvo más arriba, y mucho más abajo se situó el cordero. Entonces, aquel bribón, empujado por su desenfrenada glotonería, buscó un pretexto para pelearse.
-¿Por qué -dijo- enturbias el agua que estoy bebiendo?
El cordero, atemorizado, respondió:
-Perdona, ¿cómo puedo hacer eso, si bebo el agua que pasa antes por ti?
Y aquel, derrotado por la evidencia del hecho, dijo:
-Hace seis meses hablaste mal de mí.
Y el cordero rebatió:
-¡Pero si aún no había nacido!
-¡Por Hércules! Fue tu padre el que habló mal de mí -dijo el lobo. E inmediatamente se le echó encima y lo despedazó hasta matarlo injustamente.
Esopo