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Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.» Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.
Aunque Jesús sabe que su vida corre peligro, no lo duda y viaja a Jerusalen, porque su misión es anunciar la Palabra de Dios.
Pero cuando llega allí lo rechazan. Tambien nosotros hoy lo rechazamos, lo alejamos. prescindimos de Él.
Vemos en el evangelio que hay personas que quieren seguirle, pero anteponen otras cosas, también nosotros lo hacemos, no caemos en la cuenta de que seguir a Jesús es ir con la sencillez que Él iba, nosotros vivimos en la comodidad y nos cuesta trabajo renunciar a ella, tambien significa dejar muchas de las cosas que nos atan y condiconan ¿Estamos dispuestos a dejarlas atrás para seguir a Jesús? ¿Quizás, deberíamos preguntarnos si cuando pensamos en Jesús se remueve algo en nuestro interior? ¿Si estamos dispuestos a mirar hacia los demás en lugar de mirarnos sólo a nosotros mismos?
La crisis nos está haciendo más solidarios, más cercanos, ojalá tambien nos acerque a Jesús y como Él seamos capaces de anunciar y trabajar por el Reino de Dios aquí y ahora.
Buena semana, sonrían y sean felices.