Si tu corazón late más aprisa viendo a tus alumnos,
si cada persona es para ti un ser que se debe cultivar,
si cada hora de clase se ha escapado aprisa,
si quieres más tu trabajo cada año que pasa,
si las dificultades inevitables te encuentran sonriente,
si los padres y los niños dicen que eres amable,
si tu justicia sabe revestirse de amor,
si combates el mal pero no al pecador,
si sabiendo tantas cosas no te crees sabio,
si sabes volver a estudiar lo que creías saber,
si en lugar de interrogar,
sabes sobre todo responder,
si sabes ser niño permaneciendo maestro,
si ante la belleza sabes sorprenderte,
si tu vida es lección y tu palabra silencio,
si tus alumnos quieren semejarse a ti,
entonces…
TU ERES MAESTRO.
Se lo dedico a todas las personas que tienen como vocación la enseñanza y vuelcan su amor en ella, de forma muy especial a mi marido Antonio Ponce Ramos y a mis hijas Esther e Inma.