Una joven ciega que se odiaba a sí misma, y a todo el mundo, por ser ciega
Odiaba a todos, menos a su novio que la quería mucho.
Un día, consiguió un par de ojos sanos, la operaron y pudo ver.
Cuando lo hizo, el novio le preguntó si se casaría con el, a lo que ella respondió que no, porque descubrió que él era ciego.
El novio, triste, lo comprendió y se despidió de su vida.
En su partida le dejó esta nota:
Tan solo te pido que cuides muy bien de mis ojos pues te los regalé y ahora son los tuyos.
Con amor.
Le dedico esta entrada a mi gran amigo Manolo Angulo, es el ciego más optimista que he encontrando y aunque disfrutamos de grandes discusiones religiosas cree ciegamente en el poder de Dios.
Un beso Manolo, sigue mirando con los ojos del alma.
La joven ciega