“Una niña estaba muriendo de una enfermedad de la que su hermano, de dieciocho años, había logrado recuperarse tiempo atrás.
El médico dijo al muchacho: ‘Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar a tu hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?’
Los ojos del muchacho reflejaron verdadero pavor. Dudó por unos instantes, y finalmente dijo: ‘De acuerdo, doctor, lo haré’.
Una hora después de realizar la transfusión, el muchacho preguntó indeciso: ‘Dígame doctor, ¿cuándo voy a morir?’. Sólo entonces comprendió el doctor el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho: creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida por su hermana”.
Anthony de Mello; La oración de la rana, 1