El rio de la vida

“Ser flexibles es importante para vivir los retos que la vida nos plantea”

El río nacía en los picos de una montaña, saltaba y brincaba, soltando gotitas de agua que con el sol brillaban.

Ningún obstáculo se interponía en su recorrido. Era un río valiente, fuerte, generoso y amoldable.

Un día llegó hasta el desierto y se lanzó a atravesarlo. Pero el río tomó conciencia de que las arenas del desierto se lo tragarían. Pensó diferentes formas de atravesarlo, pero no encontraba la solución.

De pronto, oyó una voz que lo invitaba a cruzar el desierto.

Era el viento que lo invitaba a dejarse llevar por él.

-Sorprendido el rio le preguntó:

_¿qué harás para ayudarme a cruzarlo?

-Simplemente serás absorbido por mí, cuando lleguemos al final tú volverá a recuperar tu forma.

El río no estaba muy convencido, él no quería perder sus señas de identidad.

-Escucha dijo el viento: Yo elevo tu agua, la llevo hasta su destino, y después la dejo caer en forma de lluvia. Entonces el agua vuelve a ser río.

-Pero yo quiero seguir igual que ahora, no quiero cambiar.

-Lo siento, dijo el aire, tu esencia tiene que ser transportada para formar un nuevo río. Es la única forma. ¿Tú decides?…

El río no estaba convencido, desconfiaba del viento. Pero algo en su interior le decía que fuera valiente, que asumiera el riesgo. Decidido dijo que sí y confío su esencia al viento. Se dejó acoger como vapor y el viento lo trasladó a la cima de una montaña, allí lo dejó caer.

Cada gota de lluvia que caía se unía a la anterior formando un riachuelo, que cada vez era mayor.

¡Ahora comprendo todo! dijo el rio. Mi esencia es el agua, sea en el estado que sea. Al transformarme, he podido continuar siendo yo mismo. Si no lo hubiera hecho, me habría perdido.

Cuento adaptado de “Aplícate el cuento”