Había una vez un rey que no era feliz. Un día, el rey observó que uno de sus sirvientes cantaba mientras trabajaba, el rey quedó sorprendido. Su sirviente era feliz, mientras que él que poseía todo estaba amargado y triste.
El rey le preguntó porque estaba tan contento, el sirviente contesto: “Majestad, mi familia y yo no necesitamos mucho para vivir, tenemos un hogar y comida caliente cada día”
Al rey la respuesta no le gustó demasiado y llamó a su consejero que le aconsejo colocar 99 monedas de oro en una bolsa y ponerla en la puerta de cada sirviente
Al día siguiente todos los sirvientes encontraron una bolsa de dinero en su puerta, el sirviente al que el rey le le había preguntado, dio un grito de gran alegría nunca había visto tantas monedas de oro juntas.
Después de contarlas varias veces, quedo perplejo y se dijo: ¡que raro sólo 99 monedas!, ¿se habrá perdido la que hace 100? Se puso a buscarla y al ver que no la encontraba, decidió trabajar más horas para ganar la moneda que le faltaba.
Duplico sus horas de trabajos, dejo de estar feliz, su vida cambio radicalmente, estaba agotado, huraño, peleaba cada día con su familia y dejo de cantar mientras trabajaba, vivía amargado.
El rey observó el cambio que había dado su sirviente, llamó a su consejero y le contó el cambio del sirviente. El consejero le contestó: Majestad, su sirviente no es feliz porque aún teniendo lo suficiente para vivir y ser feliz, ahora busca la moneda que le falta para tener 100 monedas de oro, porque cree que de esa forma será feliz para siempre, no se da cuenta que la felicidad no es desear mas de lo que se tiene, sino disfrutar de lo que se tiene.