Querida Mariló: …y llegó tu preciosa Carta. La acabo de ver y la he leído varias veces de seguido. El contenido no tiene desperdicio.
Eres única, con un corazón grande como las arenas del mar, como D. Bosco.
Yo también te siento parte de mi vida, tú y los tuyos y desde hace tiempo. Te puedo asegurar que eres un regalo auténtico; las Hermanas del Cursillo así lo sintieron también. Todavía me llegan ecos totalmente positivos de él. Les hizo bien, que era el objetivo. Creo que se consiguió con creces.
Tu serenidad, tu mirada buena, tu cercanía, tu dominio del tema y la buena disposición de las Hermanas y sin duda la presencia del Espíritu hicieron que todo fuera sobre ruedas.
Me ha encantado la Breve oración que pones al final; ya la he hecho mía y desde hoy pienso hacerla por la gente que quiero o que sepa que necesita una ayuda.
Sor M.H. FMA