En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.» Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.» Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.» Palabra del Señor
Quedan pocas semanas para terminar el año Litúrgico actual, por ello el evangelista quiere, con esta parábola de las diez doncellas invitadas a la boda, cinco preparadas y cinco que fueron descuidadas, recordarnos que no podemos vivir inmersos en las prisas, en nuestras cosas, pensando siempre en el futuro y recordando cosas pasadas, si no que deberíamos caer en la cuenta de vivir y disfrutar el presente, pero siempre sin olvidar que debemos estar preparados por que en cualquier momento podemos volver a vivir en la unidad con nuestro Padre Dios.
Pero, ¿por qué se compara la partida hacia la plenitud con el banquete a una boda?. Cuando celebramos una boda los novios están felices, contentos, porque a partir de ese momento compartirán su vida y serán felices. Por eso, precisamente, se elige este símil, el novio es Jesús que nos marca el camino para llegar al banquete y este no es más que la unión con Dios.
Pero como las doncellas, debemos estar preparadas/os, vivir como si hoy fuera nuestro último día, tener la maleta preparada con un equipaje ligero, pero nuestro corazón y nuestras manos llenas de amor, porque el novio puede llegar en cualquier momento sin avisar para juntos celebrar el banquete del Reino de los Cielos. Así que tenemos que estar atentos, alerta, vigilantes, pero sobre todo vivir cada día, cada momento, lleno de amor y de entrega generosa.
Buena semana, vivan disfrutando pero siempre alerta para acoger al novio cuando venga a visitarnos. ¡Sean felices!