En las afueras de un pequeño y lejano pueblo había una casa abandonada.
Un día insoportable de sol, un perrito huyendo del calor, logró entrar por un agujero en la casa.
El perrito después de dar una vuelta por la parte baja de la casa, decidió subir unas escaleras de madera que había en un lateral.
Poco a poco subió todos los escalones, observó todas las puertas cerradas, salvo una que se encontraba entreabierta, entró en ella y vio como infinidad de perritos iguales a él, le miraban.
El animal empezó a mover sus orejas y su colita, y quedó perplejo al ver como todos los demás perritos hacían lo mismo que él.
Después decidió ladrar y sonreír mirando a uno de los perritos, su sorpresa fue grande al ver que todos los perritos le sonreían y ladraban a él.
Gratamente sorprendido decidió volver más de una vez para estar con aquellos compañeros tan agradables.
Poco tiempo después otro perro callejero encontró la casa y el agujero de entrada.
Una vez dentro de la casa, subió las escaleras y entro en la habitación que se encontraba con la puerta semiabierta,
al mirar vio muchos perro iguales a él, todos amenazantes y agresivos.
Empezó a gruñir y ladra en tono amenazador y los demás perritos hicieron lo mismo, cada vez sus ladridos eran más fuertes y amenazadores.
Por fin, decidió salir de la habitación y no volver más, le parecía un lugar desagradable y peligroso y los perros que allí habitaban callejeros y peligrosos.
Se marchó dando un gran salto , salió corriendo por el agujero, sin mirar atrás.
Frente a la casa había un letrero grande que ponía «Esta es la casa de los espejos»