“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”
Con estas parábolas el evangelista nos quiere hacer caer en la cuenta de que el Reino de Dios es como un tesoro que hay que buscar, encontrar y saber compartir para que el mundo sea un lugar mas digno y feliz para todos.
Al encontrarnos con el Dios que predica Jesús nos enamoramos y damos un giro radical a nuestra vida. Descubrimos un Dios atractivo y diferente que nos seduce y nos llena de plenitud.
QUE HERMOSO ES EL AMOR DE DIOS ES EL TESORO MAS GRANDE NO LO PERDAMOS POR NINGUNA DE LAS BARATIJAS QUE NOS OFRECE EL MUNDO
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