La fe, como el amor y el matrimonio, conlleva un proyecto de vida, un camino, un recorrido que se realiza día a día, en todos los momentos de la existencia y que requiere una actitud permanente de escucha, discernimiento, búsqueda y fidelidad.
¿Qué buscamos? ¿Qué es lo que pretendemos encontrar cuando decimos soy cristiano? ¿Y cuándo decimos te quiero?
El ser humano esta en constante búsqueda desde el momento que nace. Búsqueda de conocimiento, búsqueda de otras personas que compartan con él sus opiniones, sus fantasías, su cultura, su fe; búsqueda de compañía… búsquedas que pretenden cambiar las vidas de aquellos que encuentren lo que andan persiguiendo.
¿Qué es lo que perseguimos nosotros? ¿Qué le pedimos a nuestra existencia?
La vida actual está llena de ruido, palabras que van y vienen, mensajes que se cruzan y con frecuencia los seres humanos perdemos la capacidad del silencio, la capacidad de escuchar en nuestra interioridad la voz de Dios que nos habita. Dios puede continuar siendo aquel desconocido de quien hablamos o a quien afirmamos, creer pero con quien pocas veces nos encontramos en la intimidad del corazón.
Si queremos saber como encontrar aquello que buscamos tenemos que aprender a vivir un poco en el silencio y no dejarnos llevar.
En ese silencio oiremos lo que el otro necesita, lo que quiere, y sabremos que es lo que podemos darle, como podemos ayudarle.
La fe, como el matrimonio, requiere un compromiso mutuo, una responsabilidad, paciencia y, sobre todo, amor, mucho amor.
El mandamiento esencial que Jesús nos dejó: “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado”. Sólo así sabremos que estamos en el buen camino para cualquier cosa que queramos hacer.
¡Buena semana a todos!
Sofista