Reflexión al evangelio de Juan 1,6-8,19-28–domingo III de Adviento


El evangelista Juan nos presenta en este Evangelio el testimonio de Juan el Bautista. Él sabia que no era el Mesías, ni siquiera se reconocía profeta como Elías. Él sólo es la voz que grita, la voz que prepara el camino para el verdadero Mesías. Para nosotros, la figura de Juan debe ser muy importante, al igual que lo fue para los primeros cristianos.

Nosotros, todos los bautizados deberíamos caer en la cuenta que somos los llamados a gritar hoy entre la multitud que Cristo viene. Debemos prepararnos, preparar a todos aquellos que nos rodean para que cuando llegue se encuentre en familia, encuentre el amor y la fidelidad que Él nos da en cada instante de nuestra vida. El problema es que estamos tan acostumbrados, tan acomodados, que todos los años repetimos de forma casi idéntica lo mismo y no somos conscientes de que realmente tenemos que dar un giro a nuestra vida, que en ella realmente se haga presencia el Amor.

Si miramos a nuestro alrededor, paganos y creyentes actuamos y vivimos de la misma forma, nos distinguimos poco, seguimos peleándonos por criterios políticos, religiosos o de cualquier otra índole, gastamos más de lo que tenemos y necesitamos, en lugar de convivir en paz y armonía, no buscamos que nuestro mundo sea más un lugar de amor, de vivir de forma más equitativa y ecológica, un espacio donde realmente el ser humano viva purificado por esa agua que limpia, que sana, que vivifica, que alimenta el cuerpo y el espíritu. Ese es el verdadero Bautismo, el que nos hace sentirnos hijos de Dios, el otro es un cumplimiento vacío de sentido.

Es hora de mirar nuestro interior, de ahondar, de buscar, de ver nuestra crisis personal de fe, meditar y salir fortalecidos para poder transformarnos y ser verdaderos testimonios de Amor de entre los hombres como lo fue Juan el Bautista.

¡¡Feliz semana y seamos verdadero testimonio de Dios entre nuestros hermanos!!

que buena noticia

Acerca de El Taller de la Serenidad "Locus Serenitatis"

Aprendiz de todo y maestra de nada en constante evolución. Aprendo, practico y comparto. Conocerse a sí mismo es el mayor saber. Galileo Galilei
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