15/11/2008 22:41:20
No podemos descuidarnos, no debemos hacerlo.
Cuando bajamos la guardia ante las cosas que pasan en el mundo no solemos darnos cuenta pero todo lo que hacemos nos afecta a nosotros y a los que nos rodean.
Hay cosas que dependen de nosotros y no deberíamos delegarlas en nadie.
Cada uno sabe de sus responsabilidades.
Al igual que las muchachas del evangelio de hoy debemos cuidar que nuestras lámparas no estén nunca faltas de aceite. No podemos dejar que la luz se apague. Hay cosas en las que nadie puede sustituirnos; aunque creamos que no… Hay veces que somos indispensables porque nuestras manos, nuestra sonrisa, nuestro esfuerzo, nuestro corazón, nuestra fe… son alientos necesarios para los demás.
Y son alientos fáciles de compartir, de los que Dios estará igualmente orgulloso de nosotros. Así que ya sabéis, ¡No dejéis que repaguen vuestras luces!, que aquel que nos necesite las vea y sepa donde puede dirigirse para recibir la ayuda. No vaya ser que cuando nos demos cuenta se haya cerrado la puerta y no podamos entrar en la gran fiesta de Jesús.
Permaneced despiertos nos dice el evangelio, permaneced alerta y no os dejéis vencer.
¡¡Buena semana!!
Sofista